Colpa, Llacanora, Baños Del Inca


05 Horas

(3:30 pm-7:00 pm)



La versión popular cuenta sobre esta anécdota una historia diferente: Dice que el Coronel Billingurst dio a los captores en regalo el reloj de oro que llevaba puesto, salvándose la vida. Lo importante de este relato, al que se llama "el  minuto feliz”, es que si el militar chileno hubiese demorado un minuto más o el coronel Billingurst se hubiera tardado ese tiempo en "donar” su reloj, el fusilamiento se habría llevado a cabo. Y con la muerte de Víctor Castro Iglesias esta rama de familia no existiría.

Abogado de profesión, heredero de una muy buena extensión de tierras, fue ante todo un hombre político y se dedicó más a su pasión que al cuidado de sus posesiones. En  1890, se casó con doña Elvira Mendívil Prunier. En  1899, llegó a ser Alcalde Provincial de Cajamarca y más adelante, Presidente de la Junta Departamental  Administrativa de la ciudad, por cinco años. En  1913, fue nombrado Ministro de Estado en el Despacho de Fomento, Obras Públicas y Educación  durante el gobierno del presidente Guillermo Billingurst. Fue Senador y Diputado; en fin, consagró todas sus energías en el asunto público, desatendiendo por completo sus funciones como terrateniente.

A  principios de  1915, ya en su lecho de muerte, inmanejable, la angustia hacía más dolorosa su agonía, con sólo 55 años, la muerte lo sorprende la mañana del 7 de marzo de ese mismo año. Asumiendo la responsabilidad su hijo Alejandro Castro Mendívil, tercero de 8 hijos, con sólo 23 años de edad, se vio obligado a renunciar a su carrera de ingeniero agrónomo para dedicarse a cumplir sus obligaciones como nuevo cabeza de familia. Don Alejandro Castro Mendivil, distinguido ganadero y agricultor cajamarquino indisolublemente vinculado a una de las empresas rurales más exitosas del siglo XX y constatar como la férrea voluntad del hombre puede superar los altibajos de la fortuna y crear una riqueza de la cual se beneficia la sociedad en su conjunto. Y esta aventura es aún más encomiable, si cabe, cuando se abre camino en que el Perú venía de recuperarse con esfuerzo de las graves heridas dejadas por la guerra del Pacífico, en la que les cupo a sus ancestros tanto exigentes como sacrificados deberes.

Ante la difícil situación, decidió vender las tierras para salvar las deudas, vendió todo lo que les restaba de patrimonio, por lo que quedaron desamparados en el mundo pero sin deudas a cuestas lo que le alivió bastante el calvario.
De las haciendas que habían recibido por herencia, Succhubamba, Huacraruco, Pacachal y Granero, en total 73 300 hectáreas, no les quedó más que el recuerdo. Estas tierras fueron vendidas a los hermanos Gildemeister, quienes completaron, con esas propiedades, lo que llegaría a ser la hacienda Casa Grande.
Como quedaron dos propiedades que no pudieron vender por pequeñas e inservibles, La Colpa  y La Victoria, tomó en arriendo las partes de estas propiedades pertenecientes a su madre y hermanos para trabajar.

Casa hacienda de la Colpa, Laguna, el establo donde llaman a las vacas por su nombre y estas obedecen, cascadas de llacanora y el Balneario de Baños del Inca con aguas termos medicinales, (donde el inca se bañaba con sus concubinas).

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